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En el nombre del padre.

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Siria se encuentra a un paso de convertirse en el escenario de una guerra civil. Así lo han afirmado los principales referentes de la Organización de las Naciones Unidas. La comunidad internacional no ha logrado poner fin a una situación gravísima que desangra al pueblo sirio.

El 10 de junio de 2000, falleció su Presidente, el general Afiz Al – Asad, luego de tres décadas al frente del poder, muy concentrado por cierto, de su país. Inmediatamente, como si de una monarquía absoluta se tratase, fue elegido por un sintomático 97% de los votos, su hijo el medico oculista Bashar Al – Asad. Tal era la necesidad política de transmitir el poder de padre a hijo, que el Parlamento debió reformar presurosamente la Constitución del Estado, y disminuir la edad requerida para el cargo, de cuarenta a treinta y cuatro años, para que el joven Bashar pudiera acceder a dicha sucesión.

Las tres principales características del régimen sirio, de padre e hijo respectivamente, han sido la de una severa confrontación con Israel, un claro respaldo a la organización terrorista ” Hezbollah ” y un gobierno profundamente autoritario en el marco interno.

La confrontación con Israel, además de la histórica repulsa de todo medio Oriente hacia su existencia, obedece principalmente al objetivo estratégico sirio, de recuperar las llamadas Alturas del Golán, que perdieron a manos del Ejército israelí, en la guerra de 1967.

El respaldo de la dinastía Al Asad a la organización ” Hezbollah “, pese a que esta se halla incluida por las Naciones Unidas en la lista de organizaciones terroristas, proviene de la afirmación del régimen de Damasco, que la considera como ” un grupo de héroes que lucha por la liberación de los musulmanes de la tiranía israelí ”.

En el marco interno, el régimen sirio, fundamenta la necesidad de un régimen autoritario y represivo, en la necesidad de proteger al pueblo de los atropellos israelíes y de los grupos sediciosos internos. Ejemplo de ello es que Siria permanece bajo ley marcial desde 1963.

El partido Baas, dirigido por los Al – Asad , es el dominante en Siria. Sus características principales son un nacionalismo pseudo socialista y laico. En el pasado, Al – Asad padre ha reprimido, en numerosas ocasiones, levantamientos de los sectores religiosos, con secuelas de numerosas muertes en diversos puntos del país.

Desde el comienzo de los levantamientos populares en Egipto y Libia, entre otros países, en lo que se denomino como la “primavera árabe”, los regimenes autoritarios de la región comenzaron a sentir el acoso de grupos opositores, que intentaron aprovechar dicha coyuntura. La actitud de Bashar Al- Asad ha sido de una severa represión, que incluyo ataques terrestres y aéreos sobre la población civil. Masacres como la ocurrida en la población de Hula o en Al Kubeir han merecido la condena internacional, que sin embargo no ha logrado frenar la matanza dispuesta por el gobierno sirio.

La comunidad internacional, capitaneada por las Naciones Unidas, vuelve a mostrar su debilidad frente a hechos inaceptables en el marco de naciones civilizadas. La falta de una voluntad común, especialmente en el marco del Consejo de Seguridad, donde cohabitan por ejemplo Estados Unidos, Rusia o China convierten al organismo internacional en un denunciante formal incapaz de frenar la muerte de miles de sirios.

Ha llegado el momento de actuar, con legitimidad, consenso y libre de mezquindades. La suerte de una sociedad esta pendiente de ello.