Es evidente que todavía muchos argentinos siguen obnubilados, distraídos o confundidos, respecto a la realidad nacional. Por ello no asumen responsabilidades respecto al compromiso moral de bregar para cambiar el tortuoso y doloroso rumbo del país. Peor aún los obcecados, que “ defienden ” a ultranza el “ modelo ”. Su desparpajo los lleva a afirmar que: “ bajó la pobreza ”, “ creció la economía ”, “ bajó la inflación ” y otras falacias más.

No es una cuestión “ de piel ”, no se trata de anti peronismo; aunque lo que tenemos ahora no es precisamente peronismo, sino una parodia, un disfraz de peronismo. Se trata de un régimen entronizado que desprecia, se burla, de lo esencial para la institucionalidad del país: Respeto a la Constitución, a la división de poderes, al federalismo y a la democracia. Su estrategia es maquiavelismo puro; una grosera especulación, que no se puede disimular con la persistencia oratoria.

Los argentinos bien nacidos, del partido que sea ( peronistas verdaderos, radicales, socialistas, etc. ), o independientes, ricos o pobres, que quieren una patria libre, justa y soberana ( como dijo el general ), queremos volver a tener un país pujante, seguro, con justicia social, con muchas fuentes de trabajo y salarios dignos, con ferrocarril y puertos en funcionamiento para impulsar el desarrollo del interior, con rutas viales seguras, con fronteras bien vigiladas, con políticas de Estado consensuadas con toda la comunidad.

Es obvio que la clase dirigente debe surgir de la libre elección de la sociedad, sin componendas tramposas.

Nuestra historia registra muchos ejemplos de hombres probos, cuyo amor por la patria llegó hasta el sacrificio personal. Ya no los tenemos en los estrados más altos, pero todavía hay reserva en la ciudadanía. A esos tenemos que rescatarlos!